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Fiesta de boda o suplicio
Es una suerte que los matrimonios ya no sean concertados como lo han sido desde el inicio de los tiempos. Básicamente porque eso significa que la mujer era un cero a la izquierda. No podía opinar, ya que no se la consideraba ni tan siquiera como a un adulto a nivel legal.
La mujer ha sido durante siglos en primer lugar propiedad de sus padres y cuando se casaba, pasaba a ser propiedad del marido ¡Qué maravilla! La fiesta de boda, que ya existen desde siempre en diferentes formas, debía ser súper divertida para la futura novia, sobre todo si te tocaba un viejo carcamal o un tirano.

Matrimonios convenidos
Particularmente, los matrimonios arreglados entre los miembros de la realeza y las familias aristócratas, ya que tenían como objetivo conservar la herencia de sus riquezas, territorios, motivos políticos, etc. Resulta, que el hombre muchas o pocas veces –no se-, tampoco podía escoger. Por conveniencia de “estado mayor” debía aceptar la voluntad del padre, es decir, el monarca de turno. En consecuencia, se casaba también con la princesita asignada.

Así que aunque la boda fuera del agrado o no de los novios, lo cierto es que se celebraban grandes fiestas. En la época medieval, por ejemplo, se daba mucha importancia a los banquetes en la fiesta de boda. Reyes y nobles hacían muchas celebraciones y sus fiestas eran muy largas, podían durar varios días. Durante la boda de Juan I de Portugal su fiesta de boda duró un año. Los banquetes formaban una parte muy relevante del festín, eran fastuosos, se amenizaban con música, bailes y otros juegos.
El matrimonio tenía como única finalidad tener hijos que dieran continuidad a la estirpe para que ésta conservara su herencia, su nombre o títulos y continuara con las tradiciones familiares. En algunas culturas remotas, incluso se pensaba que teniendo muchos descendientes los muertos podrían ser felices en el otro mundo. Lo triste es que aunque el hombre en ocasiones también se casara por conveniencia, como la mujer pasaba a ser de su propiedad, nosotras siempre salíamos perdiendo.

El varón tenía además el derecho a ser promiscuo y tener relaciones sexuales libremente con otras mujeres, podían ser; criadas, esclavas, concubinas, etc. Sobre todo en la nobleza (la clase baja no disponía de medios económicos) y por supuesto, estas mujeres tampoco podían disentir e igualmente pasaban a ser de su propiedad.
Me quiere no me quiere
Vamos a ponerle un toque romántico al tema y digamos que el amor pudiera surgir, ya que dicen que el roce hace el cariño. Me imagino que tendría una gran influencia el marido que te tocara. Si tenías la suerte de que fuera un hombre amable, atento y cariñoso podías darte por contenta, pero si era un carcamal y además déspota ¡pobrecita!

No comprendo porqué a lo largo de la historia nos han dado tan poco valor ya que éramos imprescindibles para la procreación. Evidentemente porque un hombre solo no podía engendrar y dos hombres juntos, tampoco engendran nada. En consecuencia, no paren y por consiguiente no hay descendencia.
Según Google, el 25 de julio de 1978, nació en Oldham (Inglaterra), Louis Brown, la primera “bebé probeta”. Así era como se denominaba a los niños que habían nacido mediante Fecundación in Vitro. Gracias a esta técnica de reproducción asistida hoy una pareja estéril u homosexual pueden tener hijos, pero no olvidemos que sin nuestros óvulos tampoco podría ser posible. Por lo tanto, en el s. XXI seguimos siendo fundamentales.
Mujer, siempre imprescindible

Si echamos la vista atrás y recorremos la historia podemos decir orgullosas que nuestras predecesoras han sido unas verdaderas heroínas. Unas por sufrir en sumido silencio lo insufrible y otras por estar cansadas de someterse y empezar a rebelarse. Dándonos con ello la liberad y el derecho del que disponemos ahora a ser tratadas como personas y no como objetos.
Fue con la Revolución Francesa que la voz de la mujer empezó a expresarse de manera colectiva. Su lucha estaba ligada a la ideología igualitaria y racionalista del Iluminismo (Siglo de las Luces), y a las nuevas condiciones de trabajo surgidas a partir de la Revolución Industrial.
Su pionera fue Olimpia de Gouges, en su “Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana” (1791). Ella afirmaba que los “derechos naturales de la mujer están limitados por la tiranía del hombre. Situación que debe ser reformada según las leyes de la naturaleza y la razón”. Por este motivo fue guillotinada por el gobierno de Robespierre.
Fiesta de boda y comida
El banquete en una fiesta de boda en la Edad Media era prioritario, éstos se celebraban en la sala principal, que se habilitaba para el evento. Con caballetes y tableros montaban largas mesas que cubrían con manteles. Los comensales se sentaban solo a un lado de la mesa y la comida se servía de frente. En cada servicio, se sacaban varios platos a la vez y se depositaban por orden de importancia del comensal. Estar situado al lado del anfitrión era importante para poder degustar todos los platos.
Las autoridades limitaban o intentaban limitar los excesos con leyes suntuarias. No se podía tirar la comida y si sobraba se regalaba a los pobres o a los sirvientes. Las prescripciones de la Iglesia católica condicionaban las comidas, había muchos días del calendario que no se podía comer carne y otros de ayuno y abstinencia.
La ostentosidad de la fiesta de boda de un noble hará que se diferencie de otro, cuanto mayor sea la ostentación de su festejo, mayor es su poder. Este esplendor llegó al máximo refinamiento en los siglos siguientes en las cortes de las monarquías absolutas.

La revolución francesa dio fin a este estilo pomposo de vida. Estos festines pertenecen a la época católica medieval. En el año 1344, en el banquete de la coronación del Papa Clemente VI, celebrado en el palacio papal de Aviñó, en Francia, varios sirvientes sacaron un gran árbol de plata del que colgada fruta fresca, junto con otro árbol natural del que colgaban frutas confitadas. También los comensales se admiraron de una gran fuente de donde emanaban cinco tipos distintos de vino. Con tanta indulgencia impuesta al pueblo llano, los papas, obispos y demás jerarquías católicas nadaban en la abundancia.
Menos ostentosidad y más diversión
Desgraciadamente, en algunas partes de nuestro planeta todavía existan culturas que siguen sometiendo a las mujeres. No hay que ir muy lejos para encontrarse con la violencia de género. Ya sean hombres, costumbres o tradiciones ancestrales, el abuso continua existiendo. Sin embargo, podemos decir desde hace ya mucho tiempo que tenemos la libertad de decidir con quien deseamos compartir nuestras vidas. En consecuencia, pensamos en el matrimonio como algo hermoso que nos aporta felicidad. El día de la boda es un día lleno de alegría, pero nosotras queremos más. Por eso hemos pensado en celebrarlo con antelación y esa celebración anticipada la llamamos fiesta de boda o despedida de soletera.
¿Cómo vamos a pasar esa fiesta de boda o despedida de soltera? Lo normal es que lo hagamos con personas queridas, pueden ser amigas o familia por separado o todas juntas. Lo importante es divertirse y la diversión no siempre tiene que ser nocturna, copas y disco, eso puede venir después.
Ideas originales para vuestra fiesta de boda
Si celebras una fiesta de boda pensada para todas las edades no hay problema en comenzar a divertirse por la mañana con un desayuno original, por ejemplo. Que mayores y pequeños lo pasen en grande es perfecto y novedoso, ya que lo establecido ha sido una fiesta con amigas yéndose de marcha.
Siempre se ha asociado la despedida de soltera o fiesta de boda a la noche, pero nosotras podemos romper las normas. ¡Como hicieron las primeras mujeres feministas de la Revolución Francesa! ¿Por qué reducir nuestra fiesta de boda a unas horas en concreto? ¡Comencemos desde la mañana a plena luz del día!

Aprovechemos todo el tiempo posible, al fin y al cabo, se supone o se espera que no se repita muchas veces. Eso significaría muchos divorcios y estamos imaginando un amor para toda la vida. Aunque en estos tiempos parezca un tanto idílico ¡Así que disfrutemos todas las horas posibles!
Vamos a desear una fiesta de bodas en la que no falten elementos decorativos entretenidos con un atrezo insólito. Donde se puedan llevar a cabo diversos juegos divertidos y diferentes actividades graciosas con las que reírnos mucho y desinhibirnos aún más.
Incluso, ¿Por qué no darnos unas pinceladas en nuestra maravillosa cara para ponernos guapísimas para lo que venga después? Nos haremos muchas fotos y obsequiaremos a la anfitriona con un bonito regalo para que recuerde esa fiesta de boda como su despedida de soltera ideal.

Aspirad a que nuestra fiesta de boda sea un escaparate de originalidad para que ninguna de nuestras familiares y amigas la olvide jamás ¡Está al alcance de todas!